Entre los detenidos hay al menos 50 profesores universitarios, como los dos maestros de 65 años Annelise Orleck y Steve Tamari, según se desprende del registro de Policía, de los juzgados y las noticias revisadas por la cadena estadounidense.
Orleck, judía, fue reducida y maniatada con bridas por agentes en la Universidad Dartmouth de New Hampshire, mientras que Tamari, palestino-estadounidense, fue derribado y detenido durante una manifestación en la Universidad Washington de San Luis, Misuri. Los dos estaban grabando las protestas con sus teléfonos móviles cuando fueron detenidos.
«Fue como una invasión armada. Había una línea de policías antidisturbios con cascos y porras», ha relatado Orleck. «Jamás había visto nada parecido» en sus más de tres décadas de docencia.
En la mayoría de los casos los profesores participaban en las protestas para apoyar a sus estudiantes y en defensa de la libertad de expresión, pero también había profesores que lo hacían por convicción.
Estas protestas se producen en medio de un incremento de la presión desde sectores conservadores, incluidos donantes de estos centros privados, que critican que las universidades se hayan convertido en bastiones del pensamiento ‘woke’ o ‘progre’, acrecentado desde los ataques de Hamás desde la Franja de Gaza y la identificación de protestas propalestinas con antisemitismo.
Las universidades habitualmente se atrincheran en el respeto a la libertad de expresión mientras defienden la necesidad de «mantener el orden». En muchos de los casos han autorizado la entrada de fuerzas de seguridad para desmantelar acampadas y han dictado medidas de expulsión y sanciones disciplinarias contra participantes en las protestas.
El director de la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios, Isaac Kamola, ha resaltado que la detención de profesores se convierte en «momentos virales» que atraen la atención, pero el peligro está en las amenazas a la libertad académica.
«No se ven los momentos más sutiles, cuando un profesor es retirado de la enseñanza o se le sanciona en un proceso arbitrario. Los profesores no saben con seguridad qué pueden y qué no pueden decir», ha apuntado. La situación se agrava en el caso de profesorado interino que «se siente tremendamente vulnerable». Kamola se ha lamentado además de que «se haya normalizado tener a policías en el campus» cuando debería limitarse a un «debate académico».
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